jueves, 21 de mayo de 2015

El grupo como deseo

Dedicado al Imaginario, ese insensato padre del Deseo. Y a Ignacio Ruiz Lafita.

Puzzle deslizable. www.rompecabezasgratis.com. Play




Este artículo es revisión de un trabajo que redacté en 2012 durante un curso de dinámicas grupales (psicodrama).

Sin un objetivo específico inicial más que clarificar algunos términos psicoanalíticos (lacanianos) como "Imaginario", "Simbólico" o "Deseo" (1) (2), comenzaba intentando observar los conceptos que dichos términos encierran desde una óptica naturalista (darwiniana) y antropológica, aunque fuera a costa de caer en reduccionismos, en círculos viciosos... o en algún berenjenal.

Tomando lo instintivo como punto de partida hacía la siguiente hipótesis: lo Imaginario psicoanalítico (la capacidad representativa o inventiva de "lugares" que taponen la Falta Originaria del individuo -su posición psíquica de vacío estructural, de demanda continua, de insatisfacción, de escisión, de contiguidad a la angustia... como quiera nombrarse-) sería en primera instancia un instinto más, es decir, un impulso del orden natural, genéticamente establecido y seleccionado.

Se trataría de un instinto, el imaginario, responsable a la larga de la emergencia del Yo o identidad individual (3).

Según el psicoanálisis, lo Imaginario tiende a "deformar" por represión todo lo que encuentra a su paso para buscar la propia afirmación o realce constituyente, aunque sea de manera ilusoria. Dicha represión afectaría en especial al resto de instintos (en forma de inhibición, exacerbación, desplazamiento, etc). La raza humana quedaría entonces caracterizada por unos instintos en conflicto, y en concreto, por un conflicto entre el instinto imaginario y todos los demás.

De forma relevante, cierto desencuentro fundamental ocurriría entre lo Imaginario y lo grupal (siendo claramente la formación de grupos un elemento instintivo, dado que ocurre en muchas especies animales).

Ante el impulso representativo individual (e individualizante) para taponar la Falta, el grupo "reaccionaría" proponiendo lugares comunes de representación que permitieran mantener la estabilidad colectiva. A esas representaciones alternativas, también imaginarias, también "deformantes", pero aportadas desde el grupo las quiero empezar a denominar simbolizaciones (4) (5).

Simplificando mucho, propondría tres soportes principales de simbolización grupal que la civilización habría encontrado hasta la fecha: la Naturaleza, el propio Grupo (6) y, ya contemporáneamente, un tercero que en breve nombraré.

En tiempos remotos la adopción de la simbología grupal ocurriría de forma rápida, casi automática y poco conflictiva. Al individuo se le ofrecería de manera inmediata (y por individuos poco "imaginativos", es decir, "poco individuos") un calmante/solución a su impulso representativo autónomo (7). El "paraíso perdido" quedaría así señalado, en estas primeras etapas, como localizado en la "Madre Naturaleza" y, en otras posteriores, en la "Madre Patria" (no me atrevo a decir que la simbolización sobre la "Madre Iglesia" esté originariamente relacionada con el conflicto Imaginario-grupo, aunque extienda muchas de sus raíces en él, y ocupe épocas históricas importantes).

Inicialmente, dichas simbolizaciones no dejarían espacio a grandes represiones, a grandes construcciones del Imaginario individual (8). Sin embargo, siempre habría oportunidad para alguna fuga; recordemos, lo suponemos un instinto, que siempre tiende a expresarse dado su anclaje natural (más adelante, oh misterio, acabaría adaptándose de forma asombrosa a ambientes culturales, lingüísticos).

Así, el Imaginario, y su secuela, el individualismo (9), se presentarían al principio en forma de leves brotes, pero retando y desplazando poco a poco a la simbolización grupal hacia estadios de mayor consciencia, aunque también de mayor complejidad e inestabilidad. Sería lo que llamamos propiamente “Cultura” (10).

Además, en esas primeras etapas de desarrollo, la especie humana estaría todavía inmersa en un punto álgido de su evolución natural, y muy posiblemente la capacidad representativa (imaginaria-simbólica-metafórica) de sus individuos sería "premiada" por la propia selección, que no por el grupo (11), dadas las ventajas que con respecto al medio empezaría a mostrar su existencia (lenguaje, inquietud, búsqueda, proyecto...).

Estaríamos entonces ante un proceso retroalimentativo que potenciaría y aceleraría la presencia de dicho impulso de individuación.

Como he adelantado, de la Naturaleza como elemento fundamental de simbolización se pasaría al Grupo-Tribu-Patria, y, fruto de las cada vez mayores cotas de individuación, de éste último surgiría el siguiente destino: el Mercado (12).

Mercado como nuevo lugar de acogimiento común, pero con un grado de indeterminación y libertad mayor, adecuado a las necesidades de un individuo cada vez más pujante (emergencia del Yo).

Según lo explicado, tendría sentido decir también que las simbolizaciones grupales más avanzadas ya no se presentarían como contrarias al Imaginario, sino como compensatorias del mismo, para lo cual necesitarían mantener una cuota alta de Duelo; el Mercado sería una prueba de ello.

En las épocas históricas en las que ocurriría este tercer cambio de paradigma, la especie estaría inmersa ya en plena selección cultural (de ideas, y no de individuos), habiéndose desmarcado muy notablemente de la natural (13) (14).

Aunque en un medio distinto, la individuación y la consciencia seguirían su curso ascendente, quién sabe hacia qué nuevas metáforas sostenibles y compensadoras de la Falta. Pero de momento el reto es ya considerable: la simbolización en el Mercado resulta muy complicada. Para empezar es una simbolización sobre una idea humana, y por lo tanto volátil. De hecho el Mercado no estaría todavía consolidado como símbolo, y caben dudas sobre si lo conseguirá, enfrentado como está a Imaginarios cada vez más variados y fortalecidos.

Con lo visto, y empezando por la propia hipótesis inicial, me atrevería a redefinir bajo el prisma escogido algunos de los conceptos psicoanalíticos clave:

1) Lo Imaginario se referiría a todo aquel impulso de representación metafórica (y metonímica) llevada a cabo a nivel individual, autónomo e instintivo, situado dentro de las coordenadas del narcisismo e “inquietud” basal.

2) Por Simbólico entenderíamos la expresión representativa del cuerpo social para, entre otras cosas, conciliar (15) el Imaginario (individual) con el instinto de grupo que éste tiende a “corromper”. O, en otras palabras, lo Simbólico sería la continuidad cultural del instinto imaginario.

Cabe añadir que la autonomía total que el Imaginario pretende conseguir con sus representaciones sería quimérica, estando condenada al fracaso si no cuenta con el re-direccionamiento o el re-conocimiento que sólo la figura externa simbolizante, más estable, puede realizar, denominada en psicoanálisis "paterna" o "Ley" (el papel del Padre/Sociedad siendo cada vez más crucial y complicado) (16).

Y, por fin:

3) Deseo sería la pulsión de recuperación, enraizada en la propia represión y nunca completa (siempre revisable, desplazable), del conjunto de fuerzas vitales que quedaron "secuestradas" para alimentar al imaginario: el sexo, la agresividad, los vínculos gregarios, la maternidad, etc, y cuyas capacidades de goce han quedado amplificadas al adherirse indeleblemente a ellas un componente imaginario. Esta pulsión contaría o podría contar con la anuencia grupal, es decir, tener hueco en la Ley.

Desde el enfoque adoptado (17), el Deseo podría entenderse pues como un “impulso egoísta legitimado o legitimable” que permitiera restablecer cierto equilibrio en el conflicto de instintos que se da en todo individuo nacido dentro de una Cultura.

Por su parte, habiendo estado el instinto gregario humano tan "subyugado" durante toda la historia, y presentándose actualmente en franca decadencia como objeto simbólico, puede el grupo ser, y quizás ya lo sea, objeto de deseo.

New York, Imagen de MacPepper - CC BY-NC-ND 2.0


Para concluir podemos regresar al principio y hacer notar cómo el instinto habría sido tanto el punto de apoyo desde el que paradójicamente se produce el distanciamiento inicial entre lo humano y lo natural (represiones primarias – cuerpos / instintos estigmatizados), como también el sustrato sobre el cual se promueve cierto retorno, vía el Deseo. (18).

Encontraríamos entonces en el hecho humano un camino de "ida y vuelta", camino vinculado e intrincado (quizás no podría ser de otra manera) en la propia Naturaleza (19).



Notas:

1. Señalo con mayúscula los términos del psicoanálisis que uso. También algunos otros que, aunque no lo son, toman un carácter simbólico que quiero remarcar: Naturaleza, Grupo, Cultura...

2. Sobre la conceptualización lacaniana de lo Simbólico, lo Imaginario (y lo Real) y las dificultades de consenso en torno al significado e implicaciones de "símbolo" propongo la lectura del artículo de Luis Roca Jusmet Lo simbólico como el orden necesario del lenguaje y de la ley.

3. "Lacan considera que el imaginario cumple una función clave en la formación de la noción de yo". Luis Roca Jusmet en Lo imaginario y lo simbólico: el debate entre Cornelius Castoriadis y Jacques Lacan. Tengo que decir que en ocasiones dudo si pasar a considerar como esencia primaria del "instinto imaginario" esta expresión yoica. En todo caso me contento con creer que ambas perspectivas, la capacidad representativa de contención de la Falta y la expresión yoica, serían de alguna manera dos formas de considerar una misma cosa (cosa que, en último término, resulta inasible conceptualmente: Falta).

4. Símbolo (según la RAE): "Representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada".

5. Sé que mi hipótesis inicial de un imaginario instintivo puede resultar inconsistente o artificial, especialmente para los lacanianos, quienes consideran al lenguaje como la estructura clave para entender el hecho humano. ¿Dónde está aquí el lenguaje? Intentaré explicar un poco más mi propuesta (aunque seguirá siendo reduccionista e intuitiva). Pienso que la facultad imaginativa natural preexistiría al lenguaje (aquí resalto el componente de "imagen" que todo imaginar incluye), y que muy bien pudiera no ser exclusiva de la especie humana. Dicha facultad aplicaría inicialmente a grupos e individuos, por entonces indisociados. La escisión entre el imaginario natural y el Imaginario lacaniano (lingüístico, individualizante) se produciría precisamente con la emergencia del lenguaje. Tal emergencia cabe pensarla de dos formas: como fruto de una larga evolución o como resultado de una abrupta discontinuidad. Me parece mucho más sugerente la segunda posibilidad, la de una eclosión a modo de "Big Bang Simbólico" en la que una portentosa cantidad de energía psíquica imaginaria acumulada desde "antes de los tiempos" (entendiendo tiempo como historia humana) "estalló" al fin liberando la palabra y dando lugar a un "universo de constelaciones de individuos en expansión" vinculados entre sí por "fuerzas lingüísticas y deseantes gravitatorias". (¿Cuál seria la palabra inaugural?, ¿en qué circustancias concretas surgiría?..). Con la palabra, que es contorno, que clasifica, quedaría instituida la Cultura, nueva atmósfera para un Imaginario de base instintiva pero ahora individual e individualizante, y para un Grupo no solo imaginativo sino sobre todo ya Simbólico y simbolizante. "Para Castoriadis [...] lo que Lacan llama lo simbólico es una de las dimensiones de lo imaginario, su parte normativa". Lo imaginario y lo simbólico: el debate entre Cornelius Castoriadis y Jacques Lacan. Luis Roca Jusmet.

6. La naturaleza, el grupo… cualquier elemento puede tener dos vertientes: real y metafórica.

7. "En sí, el colectivismo en tanto que inserción y subordinación del individuio, como miembro carente de independencia, en un todo social supraordinado, es mucho más antiguo y mucho más primitivo que el individualismo". Emil Brünner, La Justicia, 1943. Capítulo "Individualismo y Colectivismo", pag. 100.

8. Ni por tanto a grandes deseos, como se verá cuando se presente la definición de Deseo.

9. El Yo sería también una construcción imaginaria.

10. La búsqueda de conciliación entre instintos por parte de los grupos sería ya del orden puramente cultural, civilizatorio, orden al que afortunadamente aboca la propia estructura conflictiva, dándose entonces una posible salida a sí misma.

11. Como ejemplo citaría el fenómeno de los sacrificios humanos (en épocas primitivas y no tanto), que bien podrían interpretarse como respuestas grupales no conscientes ante la amenaza que supondría la institución del individuo (el sacrificio niega el individuo).

12. Quiero subrayar la diferencia entre el concepto de mercado y el de capitalismo o consumismo. Para mí el mercado tiene más que ver con la definición que se realiza en el primer punto del Manifiesto Cluetrain (1999): "Los mercados son conversaciones".

13. Aunque si hablamos de "salidas", habría que decir de seguido que en realidad fue la propia Naturaleza la que "nos echó" en el devenir de ese instinto imaginario del que nos hubo dotado (algo que, por cierto, no tendríamos que sentir como abandono -quizás en ello se base el daño que tendemos a hacerle- sino como liberación).

14. En términos naturales, hoy en día la especie humana estaría más distanciada que nunca de la evolución, debido a su menor dependencia del medio (medicina, producción industrial de alimentos, etc.).

15. Las primeras propuestas simbólicas comunales intentarían esa recuperación pero sin dar margen al "nuevo instinto", con lo cual éste, con el tiempo, acabaría “rebelándose” (represión desde el exterior). En este caso no se puede hablar de "conciliación".

16. Entre esos conatos situaría por ejemplo al Narcisismo.

17. Otro enfoque posible sería desde el inconsciente freudiano. Este enfoque queda a mi entender incluido en el libro de Eugenio Trías La edad del espíritu (de una forma que quizás a Freud no le hubiera gustado; sí a Jung; de cualquier manera para Trías la noción de inconsciente fue ya adelantada por Leibniz). Pienso que las conclusiones de mi aproximación son muy similares a las de Trías (salvadas por supuesto la vastedad de conocimientos y la capacidad narrativa que nos separa), aunque en su caso el Deseo queda algo desligado de los conceptos nucleares allí presentados.

18. Esta “irrupción inesperada” (y automática, añadiría) de la Naturaleza en el devenir cultural se escenificaría por ejemplo en la sorprendente analogía de las leyes de la evolución natural de organismos y las de la evolución cultural de las ideas (teoría de los “Meme” para ésta última), o en la semejanza de mecanismos tales como el las mutaciones genéticas y el de las mutaciones de los significantes en las lenguas (véase Lacan), cruciales en la evolución de las especies y la del lenguaje respectivamente.

19. El instinto como algo necesario para dotar a lo humano de estabilidad. Según mi opinión esta sería la razón primordial para considerar la crisis ecologica actual como uno de los problemas más graves a los que se ha enfrentado la humanidad.



sábado, 16 de mayo de 2015

Lo oculto y lo íntimo

Esta fotografía publicada ayer en El País me ha hecho recordar un relato que escribí hace algún tiempo, titulado "Manos".


La imagen forma parte de una muestra fotográfica por entregas denominada No oculto nada. En ella, y con la corrupción como telón de fondo, Alberto Schommer retrata a diversos políticos madrileños mostrando las palmas de las manos.

Del video de presentación del proyecto me resultan interesantes las últimas explicaciones del autor. Después de hablar de la relación que él intuye entre unas manos limpias y la honestidad, dice lo siguiente sobre la técnica utilizada: "La fotografía analógica tiene una sensación que es suave, envolvente y que, realmente, es sensual". Como si en realidad se refiriera a desnudos...


"Manos"

Me había apuntado a un curso de teatro. Aunque era el primer día de clase, el profesor no se anduvo con contemplaciones: como ejercicio para conocernos ofreceríamos las manos a un compañero para que éste las explorara con el olfato. Se oyeron algunas risas nerviosas.

Siguiendo sus instrucciones, la chica que tenía al lado se colocó frente a mí. Los dos mediríamos más o menos lo mismo. Me fijé en su pelo: largo, lacio, de un castaño claro. Lo llevaba recogido de modo casual, tan casual como la ropa deportiva que vestía. En su cara, delgada y de ojos vivos, se dibujó una sonrisa.

Nunca había pensado que pudiera sentir las manos desnudas, pero al abrirlas ante ella esa fue la sensación que me invadió. ¿Me las había lavado hoy? Sólo recordaba la ducha de la mañana. ¿Qué había tocado, retenido, manoseado desde entonces? ¿Habría quedado en ellas alguna huella vergonzosa? Me sentí expuesto e impuro. Y noté que me ruborizaba.

Que ella cerrara los ojos poco iba a cambiar, pero agradecí que lo hiciera. Primero con acercamientos tímidos, y paulatinamente de forma más confiada empezó a olfatear las palmas de mis manos, palmas que yo intentaba convertir en pantallas que me alejaran de allí. Aún así nada podía hacer por dejar de notar su respiración sobre la tensión de mi piel. Lleno de inquietud temí que se atreviera a subir más. Y así fue: pronto emergió entre mis dedos. Su rostro, impetuoso, fue introduciéndose entre ellos, presionándolos incluso, o posándose sobre las yemas. Mis manos se iban ahuecando. En ocasiones, cuando los localizaba, se demoraba en algún lugar para aspirar más profundamente cada uno de mis olores, fueran éstos ocres o azulados, húmedos o agrios. Mi indefensión era completa; ya nada podía ocultarle. El corazón me latía con fuerza. Sin poder dejar de mirarla la vi ascender ahora por el lateral de mi dedo medio. Como reclamada por un hallazgo, súbitamente se detuvo en un punto muy concreto durante unos segundos. Entonces su gesto se endureció e, inesperadamente, un fuerte gemido surgió desde muy dentro de su ser. Estremecido, y no teniendo ocasión para reprimirlo, mi cuerpo replicó con otro quejido idéntico: corto, profundo, reflejo. El tiempo se detuvo, fijos ambos en aquel descubrimiento.


jueves, 7 de mayo de 2015

Platón, Hegel, Nietzsche y la Coca-Cola

Kiko Veneno

La idea platónica de un alma pura encarcelada en un cuerpo corrupto es considerada precursora del concepto, ampliamente explotado por la religión católica, de Cielo como lugar de liberación final. (Un cuerpo que, según mi parecer, sería oportuno considerar contorno o silueta del Yo-Individuo).

Con Hegel (¿quizás también con otros?) el dualismo cuerpo-alma adoptaría otro sesgo. Desde una óptica más estoica Hegel diría que “lo finito pertenece a lo infinito y este se expresa en aquel”, que “el Absoluto debe ser pensado como sujeto”, o que “el Absoluto se piensa a sí mismo en nuestro pensar” (La Aventura del Pensamiento: Hegel, audiovisual conducido por Fernando Savater, min. 8). Así, lo Absoluto tendería a liberarse ahora en el propio Mundo, siendo cada uno de nosotros el medio escogido para su manifestación como Razón o Verdad.

Debido quizás a la inesperada posición de fuerza que lo anterior supone, pero considerándolo insuficiente ("en el colectivismo universalista -Platón, Hegel- el individuo es sacrificado a las ideas y a los valores abstractos del espíritu universal". Emil Brünner, La Justicia, 1943. Capítulo "Individualismo y Colectivismo", pag. 102), con Nietzsche el Yo-Individuo tomaría cartas en el asunto para afirmar que la prisión es en realidad el alma (o, más bien, la idea tradicional de alma), siendo el cuerpo el apresado. La fortuna de la liberación correspondería, por tanto, a este último. (Lo que en realidad dijo Nietzsche fue que "Alma es solo una palabra para designar algo en el cuerpo" - ver "Alma mía", de Enrique Lynch -; pero al hacerlo redefinió alma).

Aunque agradecidos a Nietzsche, llegada la contemporaneidad nos encontramos con argumentos para pensar que el contencioso no pudo resolverse de una forma tan triunfal. Por ejemplo, aparecen ante nosotros conclusiones del tipo “Reir y llorar” como la que sigue, fórmula que comprende las anteriores y que, todavía esperanzadora, muestra una nueva visión sobre las relaciones entre “lo de aquí” y “lo de allí”, quedando además esto último trasmutado en una forma cercana y, quizás, acogedora:

Lloran las ramas
Azotadas por el viento
Y las raíces se están riendo
En la oscuridad

Sentado en la fuente
Me mojo la cara
Y un aire caliente...
Malditas palabras

La Coca-Cola
Siempre es igual
Pero yo no,
Yo puedo cambiar

Ya no quiero más
Tener buena suerte
Abrázame fuerte
Y hazme volar
Hazme reír
Hazme llorar
Reír y llorar

Mirando a los cielos
Con los pies en la maceta
Yo también tengo
Mi fórmula secreta

La Coca-Cola
Siempre es igual
Yo a veces tampoco
Puedo cambiar

Ya no quiero más
Tener buena suerte
Y abrázame fuerte
Y hazme volar
Hazme reír
Hazme llorar
Reír y llorar

(Kiko Veneno. Reir y llorar. Disco "Échate un cantecito", 1992)