jueves, 7 de mayo de 2015

Platón, Hegel, Nietzsche y la Coca-Cola

Kiko Veneno

La idea platónica de un alma pura encarcelada en un cuerpo corrupto es considerada precursora del concepto, ampliamente explotado por la religión católica, de Cielo como lugar de liberación final. (Un cuerpo que, según mi parecer, sería oportuno considerar contorno o silueta del Yo-Individuo).

Con Hegel (¿quizás también con otros?) el dualismo cuerpo-alma adoptaría otro sesgo. Desde una óptica más estoica Hegel diría que “lo finito pertenece a lo infinito y este se expresa en aquel”, que “el Absoluto debe ser pensado como sujeto”, o que “el Absoluto se piensa a sí mismo en nuestro pensar” (La Aventura del Pensamiento: Hegel, audiovisual conducido por Fernando Savater, min. 8). Así, lo Absoluto tendería a liberarse ahora en el propio Mundo, siendo cada uno de nosotros el medio escogido para su manifestación como Razón o Verdad.

Debido quizás a la inesperada posición de fuerza que lo anterior supone, pero considerándolo insuficiente ("en el colectivismo universalista -Platón, Hegel- el individuo es sacrificado a las ideas y a los valores abstractos del espíritu universal". Emil Brünner, La Justicia, 1943. Capítulo "Individualismo y Colectivismo", pag. 102), con Nietzsche el Yo-Individuo tomaría cartas en el asunto para afirmar que la prisión es en realidad el alma (o, más bien, la idea tradicional de alma), siendo el cuerpo el apresado. La fortuna de la liberación correspondería, por tanto, a este último. (Lo que en realidad dijo Nietzsche fue que "Alma es solo una palabra para designar algo en el cuerpo" - ver "Alma mía", de Enrique Lynch -; pero al hacerlo redefinió alma).

Aunque agradecidos a Nietzsche, llegada la contemporaneidad nos encontramos con argumentos para pensar que el contencioso no pudo resolverse de una forma tan triunfal. Por ejemplo, aparecen ante nosotros conclusiones del tipo “Reir y llorar” como la que sigue, fórmula que comprende las anteriores y que, todavía esperanzadora, muestra una nueva visión sobre las relaciones entre “lo de aquí” y “lo de allí”, quedando además esto último trasmutado en una forma cercana y, quizás, acogedora:

Lloran las ramas
Azotadas por el viento
Y las raíces se están riendo
En la oscuridad

Sentado en la fuente
Me mojo la cara
Y un aire caliente...
Malditas palabras

La Coca-Cola
Siempre es igual
Pero yo no,
Yo puedo cambiar

Ya no quiero más
Tener buena suerte
Abrázame fuerte
Y hazme volar
Hazme reír
Hazme llorar
Reír y llorar

Mirando a los cielos
Con los pies en la maceta
Yo también tengo
Mi fórmula secreta

La Coca-Cola
Siempre es igual
Yo a veces tampoco
Puedo cambiar

Ya no quiero más
Tener buena suerte
Y abrázame fuerte
Y hazme volar
Hazme reír
Hazme llorar
Reír y llorar

(Kiko Veneno. Reir y llorar. Disco "Échate un cantecito", 1992)


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