Dos lenguajes distintos se funden en el vídeo de la maravillosa canción Somebody That I Used to Know (Gotye, 2011), donde esta se acompasa con el bello surgir de una obra de arte geométrico: versión plástica del vínculo amoroso (finalmente roto) que la canción narra. En ella, los cuerpos desnudos y distanciados de sus protagonistas se convierten en lienzo de un mural que da forma simbólica y encuadre a la conflictiva relación.
Así, la disidencia de ella (Kimbra), quien finalmente rompe la relación, parece estar representada por el verde disonante y en fuga que ocupa la parte derecha de la composición, aunque, alternativamente, podría dar cabida también a un rasgo de individualidad. Quedaría así mismo integrada la disparidad que suponen los grises amenazantes sobre la cabeza de él, promotor necesario de la separación.
Con todo, la contribución a la dotación de sentido por parte de la abstracción pictórica se produciría sobre todo a un nivel más interno y profundo: a nivel constitutivo.
En él, resulta especialmente significativo que la base constructiva del mural se genere a partir de líneas que, en el vídeo, se buscan y se encuentran en nodos, dando lugar a triángulos. Figuras estas, por un lado, de carácter individualmente agudo, punzante, disgregador (en particular, las del cuerpo de él), y, por otro, alusivas a lo dividido o fragmentado. Sin embargo, y al mismo tiempo, la sencillez y homogeneidad del tipo de formas escogidas, así como su disposición, regulada por aquellas conectividades orgánicas, transmite paradójicamente coincidencia, consistencia y concreción: con dichas figuras se triangula, topografía o mapea, en este caso, una relación que, al ser (cándida y rítmicamente) trazada (y trenzada), parece también erigirse, dándose a entender en ella cierto sentido o lógica estructural interna dentro de la irresoluble dispersión.
Además, al ser los triángulos piezas que remiten metafóricamente a lo tridimensional (sistema de representación triédrico), se redunda en una reclamación de verdad que excede el plano visual. Por último, a pesar de su potencial diversidad -o precisamente gracias a ella-, los triángulos tienen la capacidad de encajar: sus formas planas, rectas y de lados adaptables así lo permiten (algo que no lograrían, por ejemplo, los suaves y uniformes círculos), de modo que el conjunto resultante no solo bebe de lo concreto o consistente, como decíamos antes, sino también de lo compacto: cada triángulo, a pesar de ser aquí pura interioridad*, está subordinado al resto, pudiendo con ello quedar sublimadas las asperezas particulares (entregadas a causas o fines expositivos superiores) y, en el global, y aunque sea a título póstumo, legitimado, de algun modo, el núcleo de la canción, que no es otro que la queja (mezclada de añoranza) ante, precisamente, el quebranto de las formas y del sentido.
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