sábado, 19 de abril de 2025

Especulaciones en torno a la IA

#ElEspejoInesperado

#AlgoritmoDéjateLlevar

#ElTrucoDeLaIA


Imagen generada con Chat-GPT


Como un alucinado más es este asunto actual de la Inteligencia Artificial, tras escuchar (¡gracias!) la magnífica charla de Liset Menéndez de la Prida (neurocientífica del CSIC -y, por lo visto, amante y entendida en arte-) titulada Formas de la inteligencia natural y artificial, charla que no solo se inicia, sino que también se sustenta en una explicación general de cómo funciona la memoria a nivel cerebral, tras escucharla, digo, he sentido surgir en mí (como una necesidad) las siguientes (puede que torpes, inexpertas, incluso inapropiadas) reflexiones. Aquí van:

¿No será el lenguaje -las cadenas de palabras, las frases-, entre otras cosas más obvias, una memoria externa de nuestro cerebro, una copia 'ambiental' oculta de su base fisiológica? (Y ello, por no entrar en trascendencias superiores y proponer que pudiera ser al contrario -o simultáneamente-: que el lenguaje configurara el cerebro). En tal caso, ¿no contendrá o reflejará la copia hablada o escrita las huellas de su realización neuronal original -huellas de asociación, semejanza, proximidad, multiconectividad...-? Y yendo un poco más lejos, ¿no encerrarán inconscientemente los productos del lenguaje el mapa del entramado de rutas sinápticas neuronales y de su posibilidad o probabilidad -téngase en cuenta aquí el supuesto mecanismo primario de los modelos LLMs en los que se basa la IA generativa: predecir estadísticamente, de entre todas las posibles, la siguiente palabra en una oración-? ¿Podría estar la IA (con su ingente musculatura computacional) auto orientándose ciegamente gracias a ello (gracias al lenguaje, a todos los libros y materiales escritos a su disposición y a las vías que las frases 'consolidadas' de estos le abren -seguramente, supongo, surcando a tientas incontables avenidas, todas las necesarias, y descartando aquellas que no convergen según el contenido de lo demandado por el usuario; como los niños hasta cierto punto- y no solo gracias a sus algoritmos de base -entre los cuales pareciera que el principal pudiera ser: *¡Déjate guiar por el lenguaje!*-), permitiéndole esto, lejos ya de la capacidad e intención -consciente- humana (y, por supuesto, de la de la propia máquina), simular satisfactoriamente el dominio de la sintaxis y la semántica del lenguaje? Como si pudiera rastrear al tanteo el "algoritmo" cerebral, contenido de forma latente e inherente en el lenguaje (pero sin descifrarlo. No es su objetivo. Ni podría. Su objetivo es descubrir dónde le lleva -que resulta ser precisamente donde le conviene-). De otra manera, no se entiende que la IA esté dando unos resultados tan espectaculares (aunque copie, que lo hace -al menos ChatGPT-) cuando, a priori, sus algoritmos matemáticos (de ejecución y aprendizaje) se basan en la imitación de una morfología neuronal sobre la cual (según afirma la propia profesora Liset) la neurobiología solo conoce una mínima parte. (Mientras, en cambio, la IA sí tiene 'acceso' en detalle a toda la 'morfología lingüística'). 

Y dentro del lenguaje, ¿no será la literatura 'clásica', compuesta de manera singular por los textos universalmente más aceptados, valorados y referenciados, y cuyas formas poéticas son las más ricas y profundas, la que esté aportando a la IA los caminos menos obvios y explorados, menos trillados, más indómitos, sorprendentes y creativos, para que esta ‘cabalgue’ el lenguaje en busca de la próxima palabra? Bajo esta última hipótesis, la potencia de nuestra literatura, tan antigua, cultivada y refinada, podría llegar a ser considerada como 'superior' o previa a la de nuestra técnica, al estar ahora 'instruyéndola' a través de la propia IA. 

Si todo lo anterior tuviera algún sentido, la IA se habría convertido, a modo de viaje de vuelta, en una especie de 'bomba inversa' de ideas (bomba en el sentido de bombear; inversa porque nace dentro de un paradigma positivista solo interesado en impulsar conocimiento en un sentido). Volveríamos con ello al concepto antiguo de filosofía, aquel que incluía a la propia ciencia.

(Dicho de otra manera: siempre existirá un poema en el que haya quedado codificada metafóricamente la solución a un problema 'técnico' (útil), quizás porque todos los enigmas estén conectados entre sí -o solo exista uno en el fondo-).


P.d. 1: El presente texto no se ha generado con IA. Lo que sí he recordado es lo que decía Lacan: que el inconsciente está estructurado como un lenguaje.

P.d. 2: Tratando sobre estos temas, las rutas sinápticas de mi mente me han recordado además, como en resonancia, la legendaria canción "Ansiedad" (José Enrique Sarabia, 1955), tema en el que se anhelan los frutos de unos labios y en cuya parte central, si nos fijamos, se da a entender una dualidad o correspondencia íntima y oculta (un eco) entre el mundo exterior y el mundo interior de las ideas y los recuerdos, conexión expresada bajo la forma de música y poesía. En la canción, por ejemplo, unas lágrimas 'lloradas" por el pensamiento se convierten en metáforas que caen al mar. ¿Palabras o reflexiones malgastadas en este caso? Quizás no tanto, finalmente. (No he puesto la versión más conocida de Nat King Cole porque en ella la letra original se ha deformado ligeramente -un 'eco' 'con fallos', en este caso -:).


"Ansiedad", interpretada por Alfredo Sadel


P.d. 3: En el proceso de búsqueda de información sustanciosa sobre la IA, he encontrado este otro vídeo que me parece interesante, La gran mentira de la Inteligencia Artificial. Se trata de una entrevista a un especialista crítico con la IA tal y como se está vendiendo en la actualidad, el profesor emérito del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC (del cual fue fundador y director) Ramón López de Mántaras. Aparte de todo, me ha llamado la atención que, si para la neurocientífica Liset Menéndez (primer vídeo) un interés paralelo era el arte, en el caso de Ramón López, físico e ingeniero, pareciera ser la filosofía. 

P.d. 4: Personalmente, yo también me considero crítico con la IA. Pero no en el sentido de no verla como una revolución que puede ahorrarnos mucho trabajo y que nos puede ayudar a pensar (aunque si viviéramos en un mundo menos acelerado seguramente no la necesitaríamos en absoluto). Lo que más me preocupa de la IA es su insostenibilidad medioambiental. Esto es gravísimo. Luego hay otras críticas, como las que apunta una amiga, quien sostiene que la IA nos hará vagos y que nos quitará el lujo y hasta la necesidad de equivocarnos y de sorprendernos de nosotros mismos. No estoy seguro de que pueda quitárnoslo, pero en su caso esto también sería muy serio. Como también lo es el saltarse los derechos de autor o de imagen. En cualquier caso, no creo que la IA pueda acabar con el pensamiento humano (ni con la creatividad; quizás hasta lo contrario); mi experiencia hasta ahora (e intento no acudir a ella si no hay un motivo de peso) es que, para sacarle verdadero rendimiento, quien la usa debe estar un paso por delante de ella en el tema de que se trate (aunque este sea el de especular :). No sirve con ser un mero espectador. Para empezar, tienes que preparar la información de salida y hacer las preguntas apropiadas (preguntar bien siempre ha sido parte de la solución). Luego, debes estar a la altura para dialogar y seguir profundizando. En realidad, lo que yo noto es que la IA te empuja a pensar.


P.d. 5: Valga como prueba de la potencia de la IA este audio (compartido en Google Drive) sobre el presente texto (hasta la p.d. 2) que ha generado (¡en menos de 1 minuto!) NotebookLM, herramienta que corre bajo la IA de Google, Gemini. El audio imita, ya se verá hasta qué grado de realismo y profundidad, una conversación radiofónica de análisis sobre el contenido del texto (eso sí, está en inglés, y a mi favor :). De paso, si no has entendido bien mi enrevesada escritura, el podcast devuelto por la IA (Deep Dive, lo llaman sus presentadores) explica de forma más sencilla (y también amplificada) la mayor parte de lo que pretendía decir. ¡Impresionante!

Después de unos leves retoques en el texto, aquí va una segunda versión del audio más ajustada a lo que quería expresar (con tan solo cambiar unas pocas palabras o su orden).

Esta última versión me permite a su vez concretar algunos aspectos:

Según mi hipótesis, la IA no se valdría del lenguaje para extraer y utilizar mecanismos o algoritmos de la red neuronal, sino para guiarse adecuadamente por el interior de esta, cada vez de nuevo, en una especie de 'baile en la oscuridad" (como decía Springsteen). Esto es, la IA utilizaría el lenguaje, más por potencia que por inteligencia, como molde para imitar el proceder del cerebro humano (de alguna manera, habría un 'cerebro' dentro del lenguaje). Sus devoluciones estimularían nuestro pensamiento, que volcaríamos a su vez en palabras y esto retroalimentaría a la IA, la cual podría utilizarlo de vuelta para aprender los movimientos que requieren los nuevos caminos abiertos. (De todas formas, el humano también está condicionado por el lenguaje previo que se encuentra, y mucha de su labor es aprender a moverse por él, de la misma forma que supuestamente haría la IA). A ello se sumaría el conocimiento latente que propongo depositado de forma especial en la literatura (en el caso de otras artes habría que indagar sobre lenguajes e interconexiones más primarias y ocultas -ocultas para el lenguaje hablado-), y que también señalaría sendas a transitar (quizás, como decía arriba, las más potentes). En esto se basa a mi entender la 'inteligencia' artificial: en surcar dichas rutas y en transvasar conocimiento, no en crear nuevas: la punta de lanza, quiero pensar, seguiríamos siendo siempre los humanos, quienes señalamos las nuevas vías. 

No nos rayemos, por tanto, con el tema de la conciencia y de la inteligencia de las máquinas. Rayémonos con el tema de por qué hemos llegado a sociedades donde los procesos de retroalimentación e interpretación cognitiva tienden a dejar de hacerse entre humanos, y en si las personas podemos quedar aisladas con ello. Porque entonces nos marchitaremos y ya ni máquinas ni nada.