"Watching tv". Imagen de
sookie - CC BY 2.0
Nunca me había puesto a pensar sobre
el porno, hasta que hace poco asistí a una conferencia titulada “La pornografía como un destino privilegiado en las parejas contemporáneas”, a cargo del psicoanalista Óscar Ventura, miembro del
Instituto del Campo Freudiano de Alicante.
Según el ponente, actualmente asistimos a un repunte importante en el uso de la pornografía, hasta el punto de haberse convertido en una “presencia cotidiana” como “espectáculo masivo de la relación sexual”, y ello gracias al “auxilio innegable que el recurso técnico le ha proporcionado”. Un incremento también constatado en la consulta psicoanalítica.
Óscar Ventura rodeó desde el psicoanálisis diversos aspectos concernientes al porno y al cambio de escala mencionado. Una vez anunciado su propósito de mantener la distancia con cualquier tipo de moralismo, habló del vacío que el porno no logra llenar, del goce asociado al instinto de muerte que en él se pone en juego, de su etimología lingüística remitente a los conceptos de “venta” (comercio) e "imagen", de la sociedad del exceso en la que se inscribe, de su consumo más allá del tradicional visionado en pareja, realizado ahora por el “Uno solo”, de cierta mirada devuelta por la pantalla; de la ausencia de un velo-límite que sí está presente en el erotismo, de la ausencia también de relato (de palabra); de la sustitución del otro por un objeto, o de la posición, bajo su punto de vista conservadora, oculta en un mensaje “liberador” que en torno al porno ha promovido cierto feminismo, al tiempo que otro lo rechaza de plano.
Para saber más sobre el contenido de la conferencia puedes visitar estos enlaces del taller de Pornografía y Goce de las Jornadas de la ELP 2014, taller coordinado por Óscar Ventura: [
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A mí la chispa se me encendió a partir de cierto concepto introducido por una asistente en el turno de preguntas, y subrayado por el conferenciante en su réplica como algo desgraciadamente en desuso: el "compromiso". Escuchándoles, caí en la cuenta de una acepción de “compromiso” poco visible: la de “riesgo”. Y lo hice notar. Comprometerse es también arriesgarse. Y de esta nueva palabra, "arriesgar", expuse que personalmente llegaba a otra: "claudicar". Intuitivamente definí entonces la adicción al porno como
una claudicación anticipada. Porque si nos fijamos bien en lo más característico o llamativo del film pornográfico, además de la explicitud, eso es la
facilidad con la que allí acontece el hecho sexual
. Ante los ojos del hombre, su principal consumidor, todo discurre sin resistencia y como cuesta abajo, de forma directa, inmediata y
regalada: el producto se ofrece limpio, troceado, ordenado, envasado y servido. Justo lo contrario que ocurre en una relación sexual real, donde la complicación es el factor común.
Sí, la excesiva facilidad en el porno (sobredeterminada en la facilidad técnica de su difusión) parecía esconder por contraste la sombra de una dificultad. Óscar Ventura aprobó mi conclusión, e hizo alusión a la necesidad de apostar encarando la posibilidad de la pérdida.
De igual manera, pienso que la dificultad de compromiso sostendría otro fenómeno recurrente en nuestros días, el de la hipersexualidad (término que sustituye actualmente al de ninfomanía y satiriasis). Y es que comprometerse donde, cuando, como y con quien no conviene es otra forma de no comprometerse.
Volviendo al porno, creo que es necesario dar todavía un paso más para llegar al fondo de la cuestión: ¿no estará actuando, en su desmesurada proliferación, además de esa claudicación ante lo arriesgado, ante lo comprometido que en general es vivir, una renuncia frente a algo que se presiente no ya difícil, sino directamente
imposible de conseguir? Y ésta es una pregunta dirigida también a la mujer de hoy en día, una pregunta sobre su propio compromiso, que entronca con un asunto igualmente apuntado en la conferencia: la desaparición contemporánea de lo viril (lo viril positivamente entendido).
"No hay relación sexual", "La mujer no existe", decía Lacan en sus famosos aforismos. Desde luego que no en una pantalla. Pero, ¿puede llegar a darse fuera de ella? Pienso que depende de dos.