sábado, 28 de marzo de 2015

"Last night a dj saved my life"

Imagen de Sylvain SECHET - CC BY-NC-ND 2.0

Si esencia y apariencia coincidieran, no haría falta la ciencia”, Karl Marx.

Hubo una época en la que determinado método científico empezó a confundirse con la Ciencia misma. Ocurrió a partir del siglo XVII, siguiendo las corrientes filosóficas del Racionalismo y, un poco más tarde, del Positivismo.

Tal confusión se forjó al albor de unos avances técnicos espectaculares, gracias a los cuales el método científico que les puso rúbrica (y que denominaremos "cuantitativo") alcanzó una hegemonía que no sólo fue marca de la Modernidad, sino que sigue siendo santo y seña de nuestros días. Esa hegemonía ha configurado además la forma tanto de la propia ciencia como de la economía, la política y la sociedad occidental.

"Reconstruyendo la historia de la modernidad, Ortega describe cómo el espíritu del racionalismo se hizo fuerte en el ámbito de la ciencia y, precedido por sus éxitos en ese terreno, se lanzó a la conquista de todos los demás". Domingo Fernández Agis: "Ciencia, técnica y política en el pensamiento de José Ortega y Gasset", pag. 2.

Cabría añadir que tal evolución histórica (conquista/invasión/desplazamiento positivista) fue seguramente inevitable por otro motivo: positivismo y racionalismo nacieron también como reacción ante otro gran imperio, el de la Religión. En este sentido, algunos de sus logros han sido fundamentales; es más, la duda que inaugura el racionalismo, o la modestia con la que se presenta el programa positivista ("el saber positivo se atiene humildemente a las cosas") resultan incluso plausibles. Pero, como digo, su alcance o ambición no quedó ahí.

Progreso, novedad, productividad, inmediatez, seguridad, objetividad... son algunas de las palabras clave que identifican al modelo positivista. Con cierta reserva hacia algunas de ellas se erige en la contemporaneidad otro enfoque que muchos pretendemos defender para las ciencias sociales, y que podríamos denominar "conjetural", "hermeneútico" o "interpretativo". En concreto, este enfoque toma como condición fundamental para su labor la subjetividad o anclaje histórico y personal del científico, algo que es rechazado de plano desde la perspectiva positivista (de forma muchas veces oportuna en las ciencias naturales-materiales, pero no fuera de ellas). Esta diferencia anuncia al mismo tiempo un cambio radical de posición: frente al punto de partida cartesiano de "no tomar nada por verdadero" (Introducción al Racionalismo - Educatina - min. 5:23) (re)surge un "no tomar nada por falso" hermeneútico.

Por supuesto, la metodología cualitativa no renuncia a la objetividad; más bien, la hace trabajar junto a la subjetividad. Volveremos sobre ello más adelante. Pero ahora me interesa enumerar las que, bajo mi punto de vista, han sido las consecuencias de la apropiación del concepto de Ciencia por parte de positivismo y racionalismo:

1) Desde la óptica imperante se da a entender que todo aquello que no puede ser ("todavía") resuelto bajo su método no tiene rango de problema. Son, simplemente, "cosas que pasan", como los sueños.

Esta relegación, a su vez, habría retrasado el desarrollo del conocimiento en el mencionado campo de las humanidades, un campo donde la necesidad de saber es cada día más acuciante:

Freud, mentor del psicoanálisis y del inconsciente, a la par que empeñado positivista, escribe en "El malestar en la Cultura" (1929): "El sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo, condenado a la decadencia y a la aniquilación [...]; del mundo exterior, capaz de encarnizarse en nosotros con fuerzas destructoras omnipotentes e implacables; por fin, de las relaciones con otros seres humanos. El sufrimiento que emana de esta última fuente quizá nos sea más doloroso que cualquier otro; tendemos a considerarlo como una adición más o menos gratuita, pese a que bien podría ser un destino tan ineludible como el sufrimiento de distinto origen".

2) La omnipotencia del enfoque científico cuantitativo puede convertirse también en origen de un rechazo social hacia la Ciencia (léase Conocimiento) en general, precisamente por su tendencia a imponerse en campos en los que está muy limitado para aportar un entendimiento satisfactorio.

Nuevamente, Ortega y Gasset expresa de forma recurrente en su obra este principio de rechazo: "La ciencia está en peligro (...) no digo con ello que la colectividad europea haya dejado radicalmente de creer en la ciencia, pero sí que su fe ha pasado, en nuestros días, de ser fe viva a ser fe inerte". "Historia como sistema" (1935). O. C. Vol. VI, pág. 20.

Pero las consecuencias pueden ir todavía más lejos, en el sentido de estar el positivismo alimentando imprevistamente lo que considera su antagonista: la pseudociencia.

Para ilustrar estas implicaciones propongo la lectura de una editorial reciente (27 de marzo de 2015) del diario El País sobre la tragedia aérea de la Germanwings (2015), tragedia que presuntamente provocó de forma intencionada el joven copiloto bajo cuyo mando quedó momentáneamente la nave, y que costó la vida a los 150 pasajeros. El título de la editorial es ya muy indicativo, además de inquietante: "Ante el vacío". Frente a la "sensación de irracionalidad" por lo ocurrido, el diario concluye diciendo que "la respuesta que se puede dar, a falta de explicaciones, apunta más a los oscuros laberintos del interior del ser humano, donde actúan fuerzas muchas veces imperceptibles e incomprensibles".

Pareciera que el tachar algo de imperceptible o irracional lo dejara fuera de toda posibilidad de conocimiento. Así, "Ante el vacío", es también pues la posición en la que puede quedar el lector del artículo. Además, la sombra del ocultismo no se hace esperar y aparece en el siguiente artículo de opinión del periódico sobre este tema, publicado el 4 de abril de 2015 y titulado "Andreas Lubitz y el efecto Lucifer".

Volviendo a las férreas restricciones impuestas por (o asumidas ante) el paradigma científico dominante, encuentro todavía una tercera consecuencia de las mismas:

3) El enorme vigor del método positivista-racionalista habría causado un retraimiento de las voces que tienen algo que aportar para su superación/complementación, instalándose en ellas un complejo de inferioridad.

Sin embargo, el abordaje interpretativo debería mostrar su potencialidad para (volver aocupar posiciones de mando. Y ello, sin ánimo de anular el enfoque positivista, sino de resituarlo (sobre la importancia y vigencia de dicho enfoque, así como sobre la necesidad de su convivencia con los métodos cualitativos propongo la lectura de este interesante artículo firmado por Pedro Manuel Rodríguez Rojas: “El positivismo y el racionalismo no han muerto”).

Esa potencia de la metodología interpretativa a la que me refería se basa, además de en una exigencia de racionalidad compartida con (o heredada del) racionalismo-positivismo, en una posición (inevitable) de escucha y diálogo que, junto con la asociación de ideas, va tejiendo de forma lenta una red de comprensión o sentido cuyos límites terminan escapando del ámbito individual.

Si el racioalismo-positivismo se enfrentaba a un mundo sentido como ajeno (los proyectiles y sus parábolas aéreas no dan ciertamente mucho más de sí) para formalizar sobre él leyes empíricas contrastables, con la nueva (y también vieja) aproximación sería la realidad, que ahora se muestra comprometedoramente cercana (¡otra vez!), la que puede llegar a ofrecerse en un intercambio, porque el (re)descubrimiento es que esa realidad está conectada con nosotros

Dicho todavía de otra forma: es en la pulsión de conocimiento (humano, yoico, ¡positivista!) y en la apertura dialogante a que dicha pulsión se ve abocada donde se descubre (mediante aprendizaje asistido) un "sexto sentido" capaz de realizar conexiones y transferencias con lo que nos rodea, acortando distancias y promoviendo cambios.

De manera que, permítaseme, lleguemos incluso a encontrar a un dj capaz de salvarnos la vida (Last night a dj saved my live, 1982), y decirnos orgulloso:
"There's not a problem that I can't fix
Cause I can do it in the mix"



O a un irreverente Peret, de locura lúcida y marginalidad asumida, que sale del ataúd para cantarnos (Borriquito, 1971) todo lo que puede conseguir con "con sólo seis letras" (vocales, se supone):




Quisiera cerrar este artículo citando al filósofo Eugenio Trías, quien en su libro La edad del espíritu (tercer libro: De la razón al espíritu, capítulo 1: Las siete categorías del espíritu. Del símbolo a la razón, apartado III.), al repasar las "siete épocas del espíritu" dice que en el eón 6 se produce "El descubrimiento de un núcleo inconsciente que se halla más allá de todo control racional", tras lo que "Surge una época del mundo en la cual el espíritu, disciplinado por la razón, no puede menos de iniciar una experiencia de aproximación a ese continente olvidado, u ocultado, que se revela a través de las formas simbólicas". Finalmente, en el eón 7 se produce "La apertura de un horizonte de reconciliación entre el símbolo y la razón en el espíritu".


Artículo relacionado: "La última imposición de Andreas Lubitz"


viernes, 20 de marzo de 2015

Self Reflex

Necesitaba una imagen para el encabezado de este blog y del de mi cuenta en Storify (1) (https://storify.com/FranciscoVinal), ambos titulados "Realidad Comprensible". 

No se me ocurría qué imagen poner, y por probar o inspirarme hice una búsqueda en flickr.com sobre entradas con la etiqueta "self" (que además tuvieran una licencia CC adecuada). Así es como dí con esta fotografía de Mario Mancuso, self reflexhttp://goo.gl/yVTb54:



_RedShoesGirl_ hace este comentario en flickr sobre ella: "hard to tell what's real, what's a reflection and what looks to be paintings. excellent!" (difícil distinguir qué es real, qué es un reflejo o aquello que parecen ser pinturas. Excelente!).

¿Por qué hice una búsqueda sobre "self" (yo, uno mismo)? Esto viene de en una de mis hipótesis: todo conocimiento nace de un impulso yoico, subjetivo (también conquistador o dominante, pero un impulso que al contacto con la realidad acaba modificando al propio aventurero y también sus aspiraciones y disposiciones reclusivas -círculo hermeneútico-).

La fotografía self reflex me interesó de inmediato, y pensé que podría ser una buena opción. Además de la presencia del "self" (muchos "self" en este caso), con su quietud la imagen aportaba un orden que resultaba apropiado para al nombre del blog. También lo era que mostrara un espacio interior, bajo tierra, protector, además de construido y accesible (escaleras).  Pero al mismo tiempo, y esto me lo ha sugerido el comentario de _RedShoesGirl_, hay en la fotografía de Mancuso cierto misterio. Y sí, para que algo sea comprensible debe primero encerrar una pregunta.


(1) Storify es una herramienta para la curación de contenidos que permite la agregación rápida y ordenada de elementos de la red con los que componer una "historia" sobre una temática determinada. 

Otras fotos de cabecera:

    Imagen: Josbert Lonnee - Dominio público


martes, 17 de marzo de 2015

Realidad Comprensible

La curación de contenidos surge como una necesidad de orientación ante la abrumadora cantidad de información volcada en internet, y al mismo tiempo como aportación de valor a las organizaciones que la practican.

Según la definición del curador de contenidos y experto en estrategias digitales Tom George (www.internetbillboards.net/author/tomgeorge), “un curador de contenidos es alguien que encuentra, organiza, presenta y comparte información valiosa (contenido) de muchas formas, sobre un tema específico, de manera que proporciona al lector su visión sobre el tema, buscando el debate sobre el mismo”. http://goo.gl/YXBcjM

La curadora de conenidos Dolors Reig dice en 2010 en su blog “El Caparazón” (www.dreig.eu/caparazon): “El curador de contenidos o el intermediario crítico del conocimiento, es un profesional, interno o externo, especialmente implicado con el conocimiento, que asesora sobre la información más relevante de su sector de actividad”. http://goo.gl/eFTDyi

Por lo tanto, al curador de contenidos se le requieren, además de competencias en la materia a tratar, habilidades transversales que proceden de diversos ámbitos profesionales: experiencia como documentalista, como periodista, como social media, etc. Pero no sólo esto; también se espera de él o de ella que aplique su criterio propio. Y cuando hablamos de visión personal o, en definitiva, de subjetividad asociada al conocimiento entramos de lleno en el terreno de la interpretación, es decir, de la hermeneútica contemporánea como “teoría universal de la comprensión” (Hans-Georg Gadamer). http://goo.gl/kLWIHf.

"La perspectiva hermenéutica, que no es una teoría cerrada sino una actitud y un estilo orientados a y por la comprensión, constituye un acceso adecuado a los “mundos interpretados”, a las culturas. Interpretar y comprender, interpretar para comprender, son las palabras y las actitudes clave de la hermenéutica: interpretar símbolos para comprender culturas, interpretar prácticas para comprender sociedades, interpretar textos, o imágenes, para comprender contextos y viceversa" (Claves de hermenéutica: para la filosofía, la cultura y la sociedad. Andrés Ortiz-Osés y Patxi Lanceros. Bilbao: Universidad de Deusto. Departamento de Publicaciones, 2005. Pág. 585). http://goo.gl/Vw1MG6.

El pasaje de la información a la comprensión, ese es el reto del hermeneuta y del curador de contenidos.

(Recomiendo el artículo de Jaime Valdés Cifuentes: "Content Curator: encontrar una aguja en un millón de contextos cambiantes".)